domingo, marzo 11, 2012

¿Por qué aúllan los perros?


  Cerradas están siempre las ventanas y puertas de cada casa de esa calle empolvada, hay un arroyo cerca, donde los autos que andan desprevenidos son asaltados por personas de la cuales la policía aún no se ha hecho cargo. En uno de los tantos pies de casa de esa calle habita “el Chetos”, un perro pequeño, de color amarillo, el cual sin miedo y con toda seguridad anda junto a su ama moviendo la cola al entrar y salir de la casa sin que le diga nada. A la madre, se le olvida los hijos en la calle, pero ella pregunta preocupada al marido si ya está en casa el chetos.

  Acompañando a su ama, llega a una tortilleria “El chuki”. Tras la curiosidad del nombre del animalito, la despachadora pregunta del porque del nombre, las risas de las personas que hacían fila se hicieron presentes cuando el pequeño perro volteó hacia el rostro de  la señora para darle la respuesta enseguida… Al perro, a demás de ser chaparro, pelirrojo  y pelos tiezos, le hacía falta un ojo.

  En los mismos pies de la miseria, se escucha a diario y a la misma hora los aullidos de un perro. Todas las tardes, una tras otra sucedía lo mismo, un aullido largo y estruendoso hasta que alguien de la misma casa gritaba: ¡Carajo! ¡Alguien que pueda callar a ese maldito animal!?. Y aún con eso, después de cesar un poco, el perro continuaba por unos minutos más. La calle especulaba al escuchar al perro: Pinchi perro loco… concluyeron.

  Una noche, una mujer delgada y sumisa, con maletas en manos caminaba a paso lento con sus crías. Cruzó el arroyo y los delincuentes al notar su lánguida presencia, no se atrevieron a desvalijarla. Caminó y sus hijos se empolvaron los pies, el de 8 años cargaba al de 2, la de 6 seguía peleando con el de 5, el cual deshojaba el cuaderno naranja de su madre donde ella escribia poemas. Por la calle volaban "te amo, te quiero y te perdono". Esta vez, la mujer no dijo nada, ni un regaño, ni un jalón de greñas. Ella caminaba callada, con vergüenza y el rostro a gachas. El perro que todos pensaban loco, también caminaba a un lado de ella sin dejar de hacer ruido.

  ¿Porqué llora tu perro, mujer…? - Se atrevió a preguntar un viejo.
La mujer que llevaba las manos maltratadas, alzó un rostro golpeado hacia el anciano y con los labios partidos respondió:

 …Los perros aúllan, cuando alguien se está muriendo.


 

Hindue blues - Kevin Johansen