Volátil

“Atención papás… la palabra es atención.”

En estos dos últimos días, he recibido varias llamadas de las madres de los niños con los que conviví en uno de esos colegios cada mañana. No es que sea en sí maestra, pero a falta de empleo (palancas), esa fue mi profesión desde el año pasado hasta hace dos días…

“Maestra, disculpe que la moleste llamándole a su celular, pero “A…..” quiere hablar con usted, no ha dejado de llorar, dice que los demás niños del salón lloraron mucho porque usted ya no va a estar, dicen los niños que usted les dijo que le habían ofrecido otro trabajo donde le pagarían millones y millones de dólares. “A…..” dice que les dijo que no se pusieran tristes, que iría en los recreos a visitarlos en un helicóptero… Maestra me dá mucho gusto por usted, mis hijos la quieren mucho, maestra… yo también me siento triste, no sé como agradecerle…”

Dice mi madre que es un don muy especial que tengo para tratar a las personas, para mi padre no piensa lo mismo, él no cree que sea un don, si no fantasía, dice que de niña decía muchas mentiras, que fantaseaba con frecuencia., creo que eso no ha cambiado mucho…. Yo a ese don le llamo atención, escuchar, escuchar, escuchar y escuchar cuantas veces sea necesario sin subestimar los problemas y los tamaños, todos somos grandes.


“¿La letra con sangre entra…?”

Ahhh… como recordaba esa frase constantemente al pasear por los salones de los primeros años, no había mañana en la cual no escaparan por los huecos de las ventanas la neurosis de alguna de las maestras, en especial en la del grupo de a lado, me recordaba a mi madre de aquél entonces que ya no es (cambió de actitud).
Y después de ese recorrido de voces chillantes llegaba a las puertas de mi grupo y antes de abrirla, con detenimiento recordaba las palabras de un amigo de mi hermana, que por cierto es maestro de teatro infantil:

“Para trabajar con niños, tienes que convertirte en uno.”

Ya se imaginarán que sucedía al cruzar la puerta… era otro mundo, uno muy hermoso que no se volverá a repetir.